El éxito de todo programa de entrenamiento de fuerza y resistencia, se debe centrar en la capacidad de poder promover las adaptaciones fisiológicas necesarias para inducir un mejoramiento en el rendimiento deportivo e incrementarlo a su vez.
Dicho proceso se basa en proporcionar estímulos adecuados inducidos por el estrés del ejercicio y lograr gestionar la fatiga que se acumula con el tiempo, y de esta forma, aprovechar los efectos del entrenamiento de forma eficiente, eficaz y segura.
El programa de entrenamiento debe estar planificado y periodizado de tal forma que se pueda establecer una secuencia apropiada para las necesidades del deportista, así como del bloque en el que se encuentre con la finalidad de encajar con la nutrición y los periodos de descanso del atleta.
La periodización es el proceso lógico y sistemático para poder secuenciar e integrar las intervenciones del entrenamiento y así, poder alcanzar los picos de rendimiento en momentos apropiados tanto del entrenamiento como de las competencias.
Dicha periodización se guía de una base teórica fundamental, la cual se denomina Síndrome General de Adaptación (SGA), donde en 1956, Hans Seyle, un pionero de la investigación de los efectos biológicos de la exposición a los estímulos de estrés, hizo énfasis en este concepto el cual habla de una respuesta al estrés en tres estadíos (alarma, resistencia y agotamiento).
Cada vez que el organismo se expone a un estrés que es ocasionado por un estímulo externo, ya sea novedoso o en su caso, muy elevado, de tal forma que genera un desequilibrio interno en el cuerpo, la respuesta de este (fase de alarma), se traduce en una acumulación del cansancio como dolor muscular, rigidez, disminución de las reservas energéticas (dependiendo de la intensidad y duración), entre otras respuestas, causando una reducción en el rendimiento. Dependiendo de dicha magnitud del esfuerzo a la que ha sido sometido el organismo, la fase de alarma durará varias horas, días o semanas.
Al finalizar este periodo de agotamiento, el cuerpo pasará a una segunda fase (resistencia), donde se genera una respuesta de adaptación al estímulo al cual fue expuesto con antelación, volviendo a su capacidad normal, sea inicial o aumentada, donde la capacidad de rendimiento se eleva gracias a ajustes bioquímicos, estructurales y mecánicos del atleta, que es denominada Supercompensación.
No obstante, si el esfuerzo ha sido muy elevado por el estímulo generado, provocando un estrés en gran magnitud, el atleta puede pasar a otra fase de cansancio agudo o crónico (agotamiento), donde pudiera demostrar una incapacidad para adaptarse a otros estímulos estresantes dentro de una o varias sesiones de entrenamiento, alcanzando un estado de Sobreentrenamiento.
Todo especialista debe tener en consideración estas respuestas al momento de periodizar el entrenamiento, con el fin de no producir una fatiga excesiva que pueda limitar el desempeño físico del atleta.
Asimismo, planificar y gestionar de forma adecuada los elementos estresantes del entrenamiento es indispensable para promover el aumento de las capacidades fisiológicas y el mejoramiento del rendimiento deportivo.
1.- Alarma
Fase inicial del entrenamiento, reconocimiento de estímulo y el rendimiento suele bajar como respuesta a la fatiga.
2.- Resistencia
Se produce la adaptación y el sistema vuelve a su nivel de referencia o por encima del mismo.
3.- Supercompensación
Nuevo nivel de capacidad de rendimiento como respuesta a la adaptación.
4.- Sobreentrenamiento
Elementos estresantes excesivos y el rendimiento puede empeorar.
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